Recorrido por el camino de reliquias y milagros

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▶ Prodigios vinculados al Camino de Santiago fueron elementos cruciales a la hora incitar al peregrino medieval a dejar su casa y su gente, para emprender la marcha hacia el occidente del orbe conocido, en búsqueda de la salvación de su alma. Esa fe y esos motivos perduran en el tiempo...

DESTACADOS:

-Burgos, que junto a Astorga era la ciudad más hospitalaria del Camino, conservó siempre una excelente colección de reliquias, algunas de ellas de los propios apóstoles.

-El Rey Sabio, en sus Cantigas a la Virgen María, nos cuenta algunos milagros ocurrido en estas tierras, como los de Castrojeriz, donde la Virgen María hizo varios prodigios, entre ellos uno en el que salvó a los fieles del derrumbamiento de una gran viga en el interior del templo:

-El viajero sigue encontrándose en el Camino, día a día, con un prodigio. En medio de las parameras o de los despoblados, cuando avanza solitario, padeciendo las inclemencias del tiempo, escuchando tan sólo el rumor de sus pisadas, se produce un nuevo milagro: el encuentro consigo mismo.

Sin duda, la reliquia más famosa con la que el peregrino se podía encontrar era el propio cuerpo del Apóstol que, según relata el Códice Calixtino, estaba en la ciudad de Compostela “divinamente iluminado por celestiales carbúnculos, constantemente honrado por fragantes y divinos aromas y adornado con refulgentes cirios celestiales y festejado diligentemente con presentes angélicos”.
Si esta era la meta cuasi celestial que ansiaba el peregrino medieval... en el trayecto había toda una teoría de restos de santos y milagros dignos de ser recordados, muchos de ellos vinculados a los territorios de la Corona de León y Castilla, núcleo central del llamado Camino Francés.

LA GALLINA QUE CANTÓ DESPUÉS DE ASADA.

Pasado el Ebro, allá donde se iniciaban los horizontes de Castilla, Santo Domingo de la Calzada era un lugar especial por aquello del milagro de la gallina que cantó después de asada, testimonio aviar que sirvió para demostrar la injusticia de un ahorcamiento y para castigar al mesonero que había acusado falsamente de robo a un peregrino.
La historia, muy divulgada, pone de relieve dos cosas. La primera, la mala imagen de los mesones medievales, con sirvientas dadas a la lujuria y mesoneros proclives al robo, y –segunda- la fragilidad de los relatos orales; pues este suceso se contó en cada lugar de una forma distinta. Hay quien ubica el hecho en Toulouse, otros en Italia, bastantes en Santo Domingo de la Calzada... y los portugueses en Barcelos, cuyo popular gallo es un símbolo del mismo Portugal.
Burgos, que junto a Astorga era la ciudad más hospitalaria del Camino, conservó siempre una excelente colección de reliquias, algunas de ellas de los propios apóstoles.

En la catedral hay una capilla llamada de las Reliquias, con los retablos-relicarios que mantienen restos de numerosos hombres venerables, entre ellos personajes bíblicos... y hasta una Santa Espina de la corona de Cristo.
No lejos, se producía regularmente otro famoso milagro sanitario que beneficiaba a los viajeros enfermos. En las inmediaciones de Castrojeriz se encuentra el convento de la orden de los Antonianos –ahora en ruina- donde se proporcionaba a los peregrinos pan y vino que curaba de la enfermedad de los ardientes. Este mal estaba causado, al parecer, por el consumo de cereal con “cornezuelo”, y producía fiebres, convulsiones y hasta crisis respiratorias que podían causar la muerte. El pan de Castilla y el vino tocado con alguna reliquia del santo, eran el binomio salvador.
La literatura oral propalaba por toda Europa las bondades de los santos que protegían a los peregrinos y naturales de estas tierras. La literatura escrita también expandía estos beneficios. Prestigiosas plumas como las de Gonzalo de Berceo y Alfonso X el Sabio nos dan fe de los milagros acaecidos por intercesión de la gavilla de santos y vírgenes celestiales.
El Rey Sabio, Alfonso X de Castilla, en sus "Cantigas a la Virgen María", nos cuenta algunos milagros ocurrido en estas tierras, como los de Castrojeriz, donde la Virgen María hizo varios prodigios, entre ellos uno en el que salvó a los fieles del derrumbamiento de una gran viga en el interior del templo:.
...E por esto contar quero/ dun escrito en que diz/ un muy fremoso miragre/ que fez en Castroxerix/ a Virgen Santa María/ ond’ aqueste cantar fiz... .

Poco más adelante, está Villalcázar de Sirga. El Rey Sabio cuenta otro milagro de aquí: el de una peregrina de Francia, con el cuerpo totalmente tullido, que recupera la donosura por mediación de Nuestra Señora... .

EL CUERPO DE SAN ISIDORO.

Pero la literatura de milagros tiene una cita obligada en Liber Sancti Jacobi, que recoge una falsa crónica de Turpín, “Arzobispo de Reims y compañero del emperador Carlomagno en España”, que sitúa en Sahagún un importante hecho de armas de Carlomagno.
En esta ciudad, donde se hallan los cuerpos de los santos Facundo y Primitivo, el emperador se enfrentó a un poderosísimo ejército de moros comandado por el caudillo Aigolando, a la vera del río Cea. Antes del combate ocurrió un magnífico prodigio, porque las lanzas cristianas, hincadas delante de las tiendas del campamento, reverdecieron y echaron hojas, “dando lugar a los magníficos bosques que hay en el lugar”.
Más adelante, en León, había una cita crucial con las reliquias: allí estaba el cuerpo de San Isidoro, el gran erudito cristiano de la alta Edad Media, cuerpo mutilado por orden del gobierno de Franco, que se llevó parte de la reliquia a Madrid. También estuvieron en León otros restos hubo otros muy amados, los del joven mártir San Pelayo, que luego se trasladaron a Oviedo.
Por cierto, de León a Oviedo discurría la Vía de San Salvador que llevaba a los peregrinos al Arca Santa de Oviedo, donde se almacenaba desde tierra de Jerusalén a leche de la Virgen María y –sobre todo- el Santo Sudario.
En este camino está la colegiata de Arbás. Durante su construcción, un oso se merendó a uno de los bueyes de la carreta que traía la piedra para el templo, y el abad increpó al oso y le hizo trabajar con el otro buey en el acarreo, como compañero de yunta, hasta que se hizo la obra. El oso y el buey están esculpidos en una puerta que da a la nave central.
Un capítulo destacado en este relato correspondería a Astorga, con restos del Lignun Crucis y de una gavilla de santos y mártires que engrandecieron a esta iglesia que era cabeza de un territorio que sigue comprendiendo territorios de las provincia de León, Zamora y Orense, y cuyo obispo, en la Edad Media, era acompañante habitual de los monarcas leoneses.
En el Bierzo, las llamadas de santos y milagros procedían de la magnífica Tebaida Leonesa, donde estaban lugares vinculados a la religión como San Pedro de Montes, Peñalba de Santiago, y Compludo; lugares frecuentados por santos como Valerio, Fructuoso o Dictino, claves todos ellos en la religiosidad medieval, alguna de cuyas reliquias queda por la zona.
Cuando el viajero abandona el territorio leonés, lo hace ascendiendo por los fragosos valles bercianos que llegan al Cebreiro, en un territorio propicio para la meditación. En la cima, en la iglesia del lugar, una custodia rememora otro notable milagro, el de la conversión del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Cristo, en el oficio litúrgico de un monje medieval descreído. El escudo de Galicia porta un cáliz que rememora este milagro vinculado al Camino.
Si en la Edad Media, los peregrinos buscaban el contacto con los bienaventurados para conseguir la salvación eterna y el perdón de los pecados mediante su intercesión, hoy, los viajeros, en su inmensa mayoría, recorren el Camino motivados por otras razones, desde el arte al turismo. En consecuencia, en las grandes iglesia y catedrales, los visitantes apenas acuden a contemplar los relicarios, sino que buscan la belleza de la arquitectura y la calidad de los retablos o las imágenes.
Pero el viajero sigue encontrándose en el Camino, día a día, con un prodigio. En medio de las parameras o de los despoblados, cuando avanza solitario, padeciendo las inclemencias del tiempo, escuchando tan sólo el rumor de sus pisadas, se produce un nuevo milagro: el encuentro consigo mismo, algo realmente insólito en el tiempo de la cibernética y las telecomunicaciones. Palabra de peregrino.

Por Tomás Álvarez.
EFE REPORTAJES.

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